Necesitamos discutir qué trabajos deben hacer los robots, antes de que se tome una decisión por nosotros.
Profesor de Psicología, The National Robotarium, Universidad Heriot-Watt
Thusha Rajendran recibe fondos de UKRI y de la UE. Le gustaría agradecer la contribución de la antropóloga evolutiva Anna Machin a este artículo a través de su libro Por qué amamos, comunicaciones personales y revisión del borrador.
Heriot Watt proporciona financiación como miembro de The Conversation UK.
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La separación social impuesta por la pandemia nos llevó a confiar en la tecnología hasta un punto que nunca hubiéramos imaginado, desde Teams y Zoom hasta aplicaciones de banca en línea y estado de vacunas.
Ahora, la sociedad se enfrenta a un número cada vez mayor de decisiones sobre nuestra relación con la tecnología. Por ejemplo, ¿queremos que nuestras necesidades de mano de obra se satisfagan mediante la automatización, los trabajadores migrantes o una mayor tasa de natalidad?
En los próximos años, también tendremos que equilibrar la innovación tecnológica con el bienestar de las personas, tanto en términos del trabajo que realizan como del apoyo social que reciben.
Y está la cuestión de la confianza. Cuándo los humanos deben confiar en los robots, y viceversa, es una pregunta que nuestro equipo de Trust Node está investigando como parte del centro de sistemas autónomos confiables de UKRI. Queremos comprender mejor las interacciones entre humanos y robots, en función de la propensión de un individuo a confiar en los demás, el tipo de robot y la naturaleza de la tarea. Esto, y proyectos similares, en última instancia, podrían ayudar a informar el diseño de robots.
Este es un momento importante para discutir qué roles queremos que asuman los robots y la IA en nuestro futuro colectivo, antes de que se tomen decisiones que pueden resultar difíciles de revertir. Una forma de enmarcar este diálogo es pensar en los diversos roles que pueden cumplir los robots.
La palabra "robot" fue utilizada por primera vez por el escritor checo Karel Čapek en su obra de ciencia ficción de 1920 Rossum's Universal Robots. Proviene de la palabra "robot", que significa hacer el trabajo pesado o burro. Esta etimología sugiere que los robots existen para hacer un trabajo que los humanos preferirían no hacer. Y no debería haber ninguna controversia obvia, por ejemplo, al asignar a los robots tareas para mantener plantas de energía nuclear o reparar parques eólicos marinos.
Sin embargo, algunas tareas de servicio asignadas a los robots son más controvertidas, porque se podría considerar que quitan trabajo a los humanos.
Por ejemplo, los estudios muestran que las personas que han perdido el movimiento en las extremidades superiores podrían beneficiarse del vendaje asistido por robot. Pero esto podría verse como la automatización de tareas que actualmente realizan las enfermeras. Del mismo modo, podría liberar tiempo para las enfermeras y los trabajadores de la salud, actualmente sectores que cuentan con muy poco personal, para centrarse en otras tareas que requieren una participación humana más sofisticada.
La película distópica de 1987 Robocop imaginó el futuro de la aplicación de la ley como autónoma, privatizada y delegada a cyborgs o robots.
Hoy, algunos elementos de esta visión no están tan lejos: el Departamento de Policía de San Francisco ha considerado desplegar robots, aunque bajo control humano directo, para matar a sospechosos peligrosos.
Pero tener robots como figuras de autoridad necesita una consideración cuidadosa, ya que la investigación ha demostrado que los humanos pueden depositar una confianza excesiva en ellos.
En un experimento, se asignó un "robot de bomberos" para evacuar a las personas de un edificio durante un incendio simulado. Los 26 participantes siguieron diligentemente al robot, aunque la mitad había visto anteriormente que el robot se desempeñaba mal en una tarea de navegación.
Puede ser difícil imaginar que un vínculo entre humanos y robots tenga la misma calidad que entre humanos o con una mascota. Sin embargo, los crecientes niveles de soledad en la sociedad pueden significar que, para algunas personas, tener un compañero no humano es mejor que nada.
El robot Paro es uno de los robots de compañía de mayor éxito comercial hasta la fecha y está diseñado para parecerse a una cría de foca arpa. Sin embargo, la investigación sugiere que cuanto más humano parece un robot, más confiamos en él.
Un estudio también ha demostrado que diferentes áreas del cerebro se activan cuando los humanos interactúan con otro humano o con un robot. Esto sugiere que nuestros cerebros pueden reconocer las interacciones con un robot de manera diferente a las humanas.
La creación de compañeros robóticos útiles implica una interacción compleja de la informática, la ingeniería y la psicología. Una mascota robot puede ser ideal para alguien que no es físicamente capaz de tener un perro para hacer ejercicio. También podría detectar caídas y recordarle a alguien que tome su medicamento.
Sin embargo, la forma en que abordamos el aislamiento social plantea preguntas para nosotros como sociedad. Algunos podrían considerar los esfuerzos para "resolver" la soledad con la tecnología como la solución incorrecta para este problema generalizado.
La música es una fuente de observaciones interesantes sobre las diferencias entre los talentos humanos y robóticos. Cometer errores en la forma en que los humanos lo hacen todo el tiempo, pero los robots no, parece ser un componente vital de la creatividad.
Un estudio realizado por Adrian Hazzard y sus colegas enfrentó a pianistas profesionales contra un disklavier autónomo (un piano automatizado con teclas que se mueven como si las tocara un pianista invisible). Los investigadores descubrieron que, eventualmente, los pianistas cometían errores. Pero lo hicieron de maneras que resultaron interesantes para los humanos que escuchaban la actuación.
Este concepto de "fracaso estético" también se puede aplicar a cómo vivimos nuestras vidas. Ofrece una poderosa contranarrativa a los mensajes idealistas y perfeccionistas que recibimos constantemente a través de la televisión y las redes sociales, sobre todo, desde la apariencia física hasta la carrera y las relaciones.
Como especie, nos estamos acercando a muchas encrucijadas, incluida la forma de responder al cambio climático, la edición de genes y el papel de la robótica y la IA. Sin embargo, estos dilemas también son oportunidades. La IA y la robótica pueden reflejar nuestras características menos atractivas, como los sesgos raciales y de género. Pero también pueden liberarnos del trabajo pesado y resaltar cualidades únicas y atractivas, como nuestra creatividad.
Estamos en el asiento del conductor cuando se trata de nuestra relación con los robots: nada está escrito en piedra, todavía. Pero para tomar decisiones educadas e informadas, debemos aprender a hacer las preguntas correctas, comenzando con: ¿qué queremos que los robots hagan por nosotros?
Necesitamos discutir qué trabajos deben hacer los robots, antes de que se tome una decisión por nosotros.